Tenlo claro

Querer escribir
es como acercarse al precipicio,
lo suficiente como para que las puntas
de tus zapatos
queden fuera del borde.
Así son las noches en vela
frente a la crudeza de la página en blanco;
Tampoco
debemos olvidar
los e-mails de rechazo—ya no nos queda ni el romanticismo de las cartas—,
los libros no vendidos
o las críticas afiladas a mano
cual cuchillos de carnicero.
Dios.
He estado tantas veces
asomado a ese precipicio,
sintiendo el vacío
ante mí
mientras observaba
las rocas del fondo
imaginando que aspecto tendría mi cuerpo
estampado contra ellas,
que hace mucho que dejó de impresionarme.
El vértigo
es para aquellos
que temen el fracaso, el rechazo, el anonimato
o para todos esos
que nunca han sentido el viento
en la cara
al saltar
al
vacío.