Chillidos en el váter

La comida está lista,
me dice mi mujer;
dejo el libro
sobre el reposabrazos del sofá,
por la ventana entran
los chillidos de los niños del colegio
de al lado,
cuando nos vivimos a vivir aquí
nos dijeron
que nos acostumbraríamos a ello,yo no lo he hecho.
Me dirijo al baño
mientras
mi mujer sirve la comida en los platos,
me siento en el váter,
mis intestinos se vacían.
Después
todo me da lo mismo.