Ni tus poemarios ni tus poemas

Escribes durante horas,
llenas unas cuantas libretas,
quizá algunos folios sueltos
y unos cuantos archivos
en el ordenador;
crees que has creado algo,
entonces 
tu editor te llama un día
 y te dice:
Tus poemarios no se están
vendiendo, tampoco tus novelas,
una gran mierda
eclipsa
el sol
como una tormenta
de verano,
cubriéndolo todo,
la mesa, las sillas, el televisor…
dejando
las marcas de sus dedos
por todas las paredes
y las moscas,
los gusano,
la podredumbre…
y miras la libretas,
los folios sueltos,
el ordenador portátil
y piensas:
señor, cuando llegará
el día
en que pueda pensar:
Sí, todo ello valió la pena.